lunes, 15 de febrero de 2010

Puerto de los Ataúdes y aledaños


Portinatx del Rey Don Jaime II es el puerto natural más norteño de la Isla, puerto recoleto mirando a Poniente como Benirrás y a la vuelta de la cala grande de S´Arenal y de la pequeña del Puet Blanc o S´Arenal Petil. La bahía de Portinatx se cierra en Sa Punta abriendo la de Xarraca que es como un gran charco marino, tal vez de ahí le venga el topónimo y Xarracó en tierra firme sea la tierra de las gentes del Charco, de Xarraca. Xarc es una palabra céltica relativa al agua, de ahí el cuartón de Xarc, por el río.

También Xarraca y Xarracó pueden venir de Xarc a cuyo cuartón pertenecieron hasta la reforma de Carlos III. Portinatx por su parte quiere decir Puerto de los Ataúdes, la leyenda lo cuenta de varias maneras, unos dicen que llegaron por el mar ataúdes con sus muertos correspondientes y otros que fue el ataúd de un rey moro. Lo cierto es que el sonido natx en árabe es relativo a ataúd, a muerto enfundado.

La costa entre Portinatx y Benirrás está llena de leyendas moras, el mismo Benirrás viene del árabe, hijo del Raich, del Jefe. La peña que hay en medio de la Cala de Benirrás semeja una cabeza, Es cap Bernat y la simbología es algo que no podemos ignorar y seguro que un moro importante vivió por aquellos lares. A continuación de Benirrás tenemos el Puerto de San Miguel con la isla de Sa Murada que se dice fue una prisión pero más bien pienso fuera un lazareto pues la peste negra batió la Isla en muchas ocasiones.

La costa Norte ibicenca es de una belleza increíble. Benirrás es el santuario hippy de los tambores, sobre todo fuera de temporada pues desgraciadamente se ha maxificado pero aun así y en pleno verano el espectáculo de las Puestas de Sol en Benirrás mantiene toda la magia vital y nada puede contra la belleza y la armonia de ese mundo de tambores interminables que acompañan ritualmente al Dios Fevo en su Ocaso.

San Juan de Labritja es el centro neurálgico de las dispersiones energéticas, el municipio más pequeño de la Isla y el más antiguo como tal y de todos los de la payesía. Se excindió de Santa Eulalia y se reformó con un trozo de Balanzat y con Sa Cala de San Vicente que en la antiguedad había pertenecido a la caballería de Peralta. Su población variada le da la belleza de un maravilloso mosaico colorido y en ella los mil mundos de la dispersión que compartimos su territorio con los payeses formamos un grabado arquetípico que seguramente de debe notar desde alguna estrella remota.

Finalmente, en la punta nortoriental de Ibiza, en el confín de San Juan, el templo rupestre a la diosa Tanit nos deja latencias ancestrales, terracotas votivas e inscripciones orientales que marcaron auténticos sacerdotes. Ambos extremos de la costa de San Juan de Labritja están marcados por la cultura púnica: la iglesia de San Miguel sobre restos de un tempo a Baal, de ahí Balanzat y la cueva de Escuierans con su diosa Tanit.

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