lunes, 12 de octubre de 2009

Ronda Norte por Trujillo


Estoy batiendo record sobre mis planteamientos espaciales, cuatro meses en Trujillo, otro tanto ausente de Ibiza con mi corazón duplicado. Ibiza es la Base, Trujillo una estación antigua recuperada al menos virtualmente: dos puntos centro de este planeta, cada vez más pardo y de azules puntuales en los sueños o en la memoria.

Esta tarde he saltado cámara en ristre a dar una ronda por la retaguardia Norte del recinto trujillano, que por cierto está fatal. Siguiendo la muralla desde la Puerta de Coria hacia el Castillo, solamente se puede hacer desde el exterior pues los adarves interiores están ocupados por un particular a pesar de que son espacios municipales.

Al trasponer la muralla por la Puerta de Coria vemos el viejo camino donde algunos tramos conservan el enlosado romano, sigue de frente dejando a un lado las ruinas de una vieja basílica visigótica. Al bajar la ladera la calzada se cruza con un camino y las viejas ruinas del convento que hicieran los Franciscanos Descalzos, se conocen como los Paredaños de la Magdalena.

Dejamos que la calzada se pierda hacia Túrmulus en el río Tajo buscando la calzada que antes se llamó de la Guinea atravesando la que ahora llaman Vía de la Plata por el puente romano de Alconetar (eso antes), cerca de la desembocadura del río Almonte; allí sigue el camino hacia Coria por el castillo de Portezuelo… pero nosotros volvemos a la ciudad por la ruta a la derecha, siguiendo de cerca el recinto amurallado camino arriba.

A la altura del Castillo y antes de las ruinas de Santo Domingo hay otras ruinas más humildes, fueron la ermita de Nuestra Señora de Loreto, románico mudéjar y un bonito porche con tres puertas de medio punto. Es un lugar mágico y a pesar de su desastroso estado se respiran los silencios místicos de otros tiempos.

Cerca de las ruinas de Loreto en los alrededores de Santo Domingo estaba la necrópolis judía de Trujillo, los frailes dominicos levantaron Santo Domingo sobre el cementerio y muchas de sus piedras fueron a parar a la iglesia de la Encarnación que también construyeran los frailes blancos. Bajo el altar de Santo Domingo la actual propietaria de las ruinas hizo una excavación ilegal sacando la tapa de un sarcófago de granito escrita en hebreo… se vendió en una subasta de antigüedades en Madrid.

Desde Santo Domingo siguiendo la calleja de las Huertas y saltando algunas paredes a la derecha rodeamos una machorra llena de recuerdos prehistóricos, un poblado de la Edad del Bronce, un ara de sacrificios y otra machorra que hay a continuación llamada El Praillo, dentro de una cueva, La Cueva Larga, aun podemos notar unas pinturas rupestres esquemáticas en color rojo representando figuras humanas.

La excursión la habríamos rematado perfectamente si no hubieran puesto una estúpida alambrada cortando con dinamita los viejos granitos por donde se comunicaba el Praillo desde la Avenida de la Coronación. En los viejos tiempos el Praillo fue un jardín rocoso de niños y jóvenes, los mayores se iban allí a solazar y era un sitio perfecto de merienda o de frite, muchos corderos nos hemos comido allí en santa hermandad.

Tuvimos que volver a Santo Domingo y parar en el huerto de Aurelio donde refrescarnos y descansar, sobretodo de tan estúpida vuelta atrás. Entramos en la Plaza Mayor al caer la tarde y recogerse los pájaros en medio de un escándalo de trinos que acabó desapareciendo con las brumas de la noche.

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