martes, 14 de julio de 2009

TRUJILLO Y SU JAULA DE LOS LEONES

Y digo yo, dónde estaba ADENEX cuando el ex alcalde Redondo y adláteres se cargaron la vega que llenaba la Charca de San Lázaro haciendo un campo de futbol en terrenos de la Cañada Real o cuando arrancaron los viejos olmos del Paseo Ruiz de Mendoza, los árboles del Paseino, los de la carretera de Cáceres, los del Tío Canalla y los de la Plaza Mayor. ¿Dónde estaban estos señoritos ecologistas?

El palacio de Juan Pizarro de Aragón fue remodelado en el siglo XIX para sede del más clasista de los tinglados, Casino de los Señores, utilizando el espacio público por todo el morro haciéndose una pista de baile enjaulada. Con la democracia se recupera este espacio y ahora con la caída de la verja el señorial palacio sale de las sombras permitiéndonos contemplar su estupenda arquitectura, vuelve el jardín desenjaulado para disfrute público y por una vez en su catastrófico mandato el Ayuntamiento le pega con tino al clavo. Pero claro, los políticos en su inacabable pugna maniquea lo único que les interesa es ‘ser califas en lugar del califa’ como Harun al Puchaf y en este caso el Partido Popular cuyos socios no dejan de ser en su mayoría los sucesores del viejo casino.

Trujillo es la ciudad más abandonada de toda Extremadura. Cáceres, Mérida, Guadalupe… Patrimonio de la Humanidad. ¿Quién defiende los derechos naturales de Trujillo?, ahora por lo visto aspira con Plasencia y Monfragüe al título pero no se preocupen que ya se encargarán los poderes ocultos de impedir a Trujillo tal galardón. Es como una mano negra que tiene mi ciudad, con estas historias de verjas desconcertantes y otras verdades a medias que son las grandes mentiras. Seguiremos sumando en negativo.

Hay que obligar al Ayuntamiento a remozar el jardín ex enjaulado, a cuidar con celo la floresta en general, limpiar las callejas que convergen en el recinto antiguo, la vieja calzada de Coria y Cáceres, han de resucitar la vida en el casco histórico que está casi fenecido por culpa de un aparcamiento y todo para placer exclusivo de una minoría foránea afincada dentro de sus murallas. El Ayuntamiento tiene que recuperar el adarve de su recinto amurallado cuyo sector entre el Castillo y la puerta de Coria se lo ha apropiado descaradamente un particular. Trujillo debe volver a ser la ciudad verde que fue antaño y aprender de Cáceres que es un ejemplo de ciudad viva y florida.

Espero que los amigos de ADENEX se informen bien y no metan la pata, volver a colocar la verja es demasiado caro e inútil sobre todo para un ayuntamiento empobrecido por sus grandes meteduras, solo nos faltaría esto para volver a la prehistoria que a lo que se ve estamos destinados.

lunes, 6 de julio de 2009

TRUJILLO CASI EN EL DESCANSO ETERNO

Las cigüeñas machan el ajo mientras comen los felices cigüeños de la cría. Debajo d´ellos las calles solitarias de una ciudad del pasado, cuatro turistas desperdigados y los últimos habitantes, resistentes e inasequibles a cualquier tejemaneje que se manifieste en los bajos crecidos y reflejados donde se amontonan los descendientes de los que descendieron.

En la Plaza una aburrida y servicial oficina de turismo do se disputan la atención del raro visitante que accede a la información… es que el mes de julio –dice alguien como disculpándose- hay poca gente, lo fuerte es agosto y septiembre. Cerca de la Oficina está la tienda de suvenires de Susana, estupenda guía ‘ad líbitum’ de la ciudad y verdadera anfitriona del visitante.

La Plaza es inmensa, irregularmente armónica y vacía de humanidades por la gravedad batolítica, se bajaron al llano en la nueva ciudad y descentraron la milenaria vida trujillana dejando solitarios los palacios y alkázares, muchos de los cuales acojen a nuevos vecinos de otros lares.

Siendo una de las más bellas, es la ciudad vieja peor promocionada de las Españas y ello beneficia a una minoría selecta, conocedora del relax en sus estares hoteleros y de la deliciosa cocina de los restaurantes (supervivientes al descendimiento) en un nuevo silencio de paz y confort.
No hay mal que no acarree ventura, el fósil remozado al no dañarle las multitudes se siente mejor y uno que viene del golgorio ibicenco agradece este delicioso abandono.

Si bajamos de la Plaza veremos como aumenta el ritmo y en el capado Paseo Ruiz de Mendoza, una deslumbrante caferería bar con amplia terraza corona el ‘parking’ del Descendimiento, junto al superviviente Paseino con mi churrería favorita, oasis este último del viejo Trujillo y punto estratégico o arquetipo en la nueva urbe.

El Casino de Trujillo, ubicado en un palacio renacentista tardío y en cuyo claustro se edifica a finales del siglo XIX un artístico teatro de herradura que desgraciadamente se quemó en 1970, nunca volvio a ser lo que era, el teatro tampoco y a pesar de su restauración. El Casino fue citado por don Miguel de Unamuno en su libro de Viajes por Portugal y España.

Con la decadencia final que les remata a la llegada de la Democracia se vino abajo el social tinglado del Casino y acabó comprando el edificio la Diputación Provincial... aquello fue el principio del fin y ahora con la caída de la verja o Jaula de los Leones algunos supervivientes nostálgicos se rasgan las vestiduras apelando a leyes y decretos. La Jaula ha caido y queda preciosa la nueva visión del palacio, limpio de celosías desigualadoras y más humano si rehacen la floresta del jardín cuidando mejor los árboles.

Trujillo vale la pena pero no se lo digan a nadie.