lunes, 19 de octubre de 2009

EL PAGO DE SAN CLEMENTE

Yo conocí el Pago de San Clemente por nuestras vecinas de abajo Las Gaspalitas, que eran tres: Isabel, Petra y Pilar Gaspar Gómez, y recuerdo a Petra que le daban ataques epilépticos, a Isabel que hacia los recados y a Pilar la más joven y leida. Por las mañanas Petra hacía lumbre en medio del patio, bajo un frondoso albaricoque y freía las pringadas para el desayuno en una sartén sobre trébedes. Teníamos una terraza alargada que comunicaba la casa con la cocina y desde allí les pillaba a las viejas los albarillos.

Las Gaspalitas eran propietarias de un lagar en el Pago de San Clemente o Las Viñas que decíamos y todos los jueves bajaba a Trujillo el lagarero, se llamaba Ángel, el señor Ángel que traía los productos de la huerta, chorizos y patateras a sus ‘señoritas’ y tuve la suerte de disfrutar la viña de Las Gaspalitas en muchas ocasiones, había mucha fruta y recuerdo a mi padre cómo se las agenciaba con el lagarero para obtener su exquisito vino de la pitarra, y el aceite, mi padre decía que era de lo mejor, bien que lo supe cuando me hice mayor pues estas historias ocurrían allá por los años de 1946 y más, hasta los cincuenta y tantos. Era un niño.

Los paganos de las Viñas no tenían iglesia propia y sabemos que durante toda la Edad Media hasta el siglo XVI bajaban a Trujillo los Domingos para oír misa, les tenían asignada la iglesia de San Clemente y como esta parroquia desapareció absorbida por el convento de concepcionistas franciscanas (hoy es Parador de Trurismo) les hicieron en el Pago una ermita dedicada a San Gregorio, finales del siglo XVI, y según Don Juan Tena duró hasta que la derribaron los franceses en 1809 y por cierto también mataron a una monja de San Francisco el Real de la Coria, a la que huida de su convento pillaron en una calleja; los lugareños la llamaron desde entonces la calleja de la Monja. En 1813 los restos de la monja se trasladaron a Santa María la Mayor de Trujillo.

El 29 de agosto de 1880 se inaugura en el Pago de San Clemente la nueva parroquia de San Juan Bautista, fundación particular de D. Juan Malo de Molina y Soria, llevada a efecto por su viuda Doña María de la Paz Orellana y Romero. Desde el 17 de abril de 1933 y por donación de Doña Josefa Pérez Aloe García de Guadiana existe un colegio regentado por las Hijas de los Dolores de María Inmaculada en el Pago de San Clemente, hoy es un centro de retiro.

Desde la más remota antigüedad trujillana el Pago de San Clemente fue refugio y solaz de los pudientes, rica en agua y por lo tanto frondosa, viñedos y olivos, huertas y frutales, casas señoriales con jardines de opereta. Todo aquel mundo estaba rodeado de una servidumbre autóctona, eran los lagareros y familias que tenían desde sus ancestros el organigrama perfecto para que aquella tierra agradeciera sus cuidados con exquisitos vinos y aceites, de ahí que se llame al territorio la Sierra de los Lagares o Las Viñas, arquetipos insustituibles.

La decadencia señoritil, la emigración aquella y el abandono del campo llegaron a arruinar el jardín del Pago, palacios derruidos, viñas asilvestradas, lagares comidos por los zarzales, la casa de las Gaspalitas donde vivía el señor Ángel y su familia totalmente en ruinas… pero con el caos llegaron nuevos tiempo y acabó la tormenta comenzando un renacimiento, más de estilo ibicenco que nobiliario, y comenzó la restauración del Pago de San Clemente que es en la que estamos.

El domingo pasado 18-10-09 nos fuimos unos amigos a comer a Las Viñas en un bar restaurante muy lugareño que llaman La Higuera, sus propietarios son autóctonos supervivientes y nos deleitaron con sabores cuasi olvidados, moraga, cochinillo y variantes carnívoras et una sustanciosa ensalada de lechuga y correspondientes todo con buen vino de la tierra, que aun queda. Siempre habrá una pitarra perdida y un lagarero generoso.

No hay comentarios: