viernes, 18 de diciembre de 2009

La lidia de los toros y la Santísima Trinidad

El Movimiento Antitaurino es una fiebre prejuiciosa anteponiendo Dios a la Santísima Virgen, pura fanfarria. Personalmente no me gustan los toros, difiero de las vacas. A la fiesta taurina la veo estética, conciliadora, valiente y ancestral. Un arcano del que se ha valido la naturaleza humana para limar agresividades, lo malo es que no haya una fiesta que filtre hipocresías ni impida a los hombres matar hombres.

El toro de lidia es una fiera hermosa que como todos saben se cría en libertad en nuestras dehesas durante cuatro años y desde hace la tira. Cuando lo sueltan en la Plaza viene pesando alrededor de los setecientos kilos y está convencido que al pelele de luces se lo come en un tris... La plaza es redonda (los campos de futbol rectangulares) y pongamos en una buena corrida de medio aforo a 12.000 espectadores cargados de adrenalina curril y dispuestos a la más vieja terapia que se conoce para desintosicarde del autoritarismo cuotidiano.

Llegan los fieles acompañados de los amigos, conocidos y asimilados, repletas sus botas de vino tinto y que corra. En la partida todos son del mismo equipo y pase lo que pase todos estarán de acuerdo reafirmándose. Si la lidia consigue buenos resultados, todos contentos y si no todos descontentos, se siguen pasando la bota y desionizados ya tienen tema de conversación para varios días... hasta la próxima corrida, o novillada... hay varios métodos.

El toro es picado, banderilleado y matado a estoque con un arte que los antianti no pueden ver, se descuartiza y se come… casi como las pobrecitas terneras que no han cumplido un año de vida cuando las meten en la ‘silla eléctrica’ enviándolas a mejor muerte para nuestros estómagos. Si hiciéramos una encuesta (como los catalanes) con las vacas normales, toros de lidia y terneros preguntándoles que vida preferirían tener, no duden que todos querrían ser toros de lidia.

A los miles de currantes que mantienen la Fiesta, desde el último de la dehesa hasta el mismo torero con toda la tramoya que vive de este asunto, siempre amado por las pobres masas y a las masas mesmas... preguntenles, señores antianti. ¡Tendran morro!, menos mal que no se les obliga a asistir a la Fiesta como a nosotros nos lo quieren impedir. ¡Quina farsa!.

Yo conozco bien a los catalanistas y hasta les quiero pues al fin y al cabo si yo soy hijo de Viriato, ellos lo son de Indívil y Mandomio, y si hay que romper la baraja pues se rompe.

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