sábado, 18 de octubre de 2008

HAY QUE ROMPER LA BURBUJA

Vivimos en una sociedad futbolística, de competición, maniquea y con un solo sueño: Poder. La democracia moderna está muy lejos del significado pues no gobiernan los pueblos que lo hacen las ideologías políticas, nada más lejos de la idea pura y libre. Los estados han colectivizado el voto como forma de elegir sus representantes pero no se eligen las personas que son los llamados partidos quienes encierran y cierran la idea a su indiscutible ideología.

Esto genera que los estamentos políticos funcionen al tanto por ciento que sumen los ganadores pues automáticamente los perdedores se convierten en Oposición, lo que es un verdadero lastre para los gobernantes y sobre todo para los gobernados. A este sistema se le llama de listas cerradas y sus consecuencias ya vemos como son. Las abiertas, que al menos en los comicios municipales deberían usarse, darían la posibilidad de aprovechar todas las capacidades humanas para el consistorio, pues gobernarían todos y cada uno en lo suyo que ya bien sabe el Pueblo lo que son y porque les eligieron.

En los pueblos todos se conocen y al fin y al cabo la política municipal es netamente administrativa, es cuestión de números y sobre todo de conocimiento. Cuantas veces quisieras votar a uno o una que por estar en un equipo ¿contrario? te cortas canteándote a lo menos malo, que casi siempre suele ser lo peor, pero el Partido, el nuevo dios, está por encima de cualquier pensamiento, te obliga y dirige anulando tu personalidad.

Estamos partidos, alienados, borrachos de incongruencias, hipnotizados por los medios de difusión y por la vecina del tercero que no es mi caso porque vivo en el campo.

A la persona se la ha comido el tinglado.

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